“La función de la literatura, es la elaboración de la memoria.
La memoria es lo que empieza cuando termina la historia”
Almudena Grandes
La fuerza que ha tomado el feminismo como marco de referencia de la vida social, política y cultural de las sociedades contemporáneas ha ocasionado que, en el último tiempo, críticos/as literarios/as se pongan en la tarea de considerar en sus análisis el trabajo que realizan las mujeres escritoras. Las mujeres han escrito desde siglos atrás, siempre lo han hecho, pero esta vez, por fuerza mayor, son mencionadas y tenidas en cuenta.
Podría decirse que hay como una especie de boom de escritoras, podría decirse también que muchas han llegado a ocupar lugares, que en el pasado eran vedados, o no se tomaban en serio como escritoras. Hoy contamos con una amplia gama de escritoras, algunas orientan sus escritos a partir de la memoria histórica, otras desde la ficción, algunas desde su propia vida cotidiana, haciendo énfasis en contenidos que tocan realidades como la violencia, el desamor, las ausencias, los dolores, el malestar; pero también desde el amor, la alegría, la esperanza.
Vale la pena mencionar algunas de ellas:
Almudena Grandes (España 1960 – 2021), recientemente fallecida y quien nos deja un gran vacío, dado su gran aporte a la literatura de contenido histórico. Algunas de sus obras: Las edades de Lulú, El corazón helado, Castillos de cartón, Episodios de una guerra interminable, Atlas de geografía humana. Dentro de su repertorio se cuentan 13 novelas, la mayoría de las cuales reconstruyen la memoria histórica de la España franquista.
Irene Vallejo (Zaragoza 1979), premio nacional de ensayo 2020 España, por su escrito: El infinito en un junco, un ensayo sobre la invención de los libros “De humo, de piedra, de arcilla, de seda, de piel, de árboles, de plástico y de luz…. Un recorrido por la vida del libro y de quienes lo han salvaguardado durante casi treinta siglos”. Un magnífico relato que desborda imaginación y creatividad en ese juego de palabras.
Fernanda Trías (Montevideo, Uruguay 1976), según algunos medios se ratifica como una de las voces más interesantes de la región, en sus propias palabras explica el sentido de escribir: “O tal vez yo escribo principalmente como un ejercicio de la nostalgia, para revivir, reconstruir y revisitar. En todo caso, la distancia es un aliado porque permite digerir mejor las experiencias. ¿Y qué distancia más infranqueable existe que el tiempo? La memoria es un mecanismo insuficiente para recuperar aquello que se perdió, pero estamos destinados a seguirlo intentando”. Mugre rosa, La azotea, La ciudad invencible, No soñarás flores, son algunas de sus obras.
María Fernanda Ampuero (Guayaquil, Ecuador 1976). Ganadora de varios premios literarios, en 2018 publica Pelea de gallos, una novela que muestra la realidad que se vive en el continente americano: violencia, desigualdad e hipocresía, desarrolla un lenguaje que no se encasilla con algún modismo o jerga, lo cual hace que se pueda relacionar con el entorno de quienes lo lean. Esta obra fue elegida como uno de los diez mejores libros de ficción en el 2018 en un artículo de The New York Times.
Cecilia Eudave (Guadalajara, México 1968), autora de cuentos y novelas, ha recibido varios reconocimientos literarios, ha obtenido varias becas nacionales de creación. En Al final del miedo, Cecilia, desarrolla una narrativa inicial con historias llenas de extrañeza, que se tejen entre lo real y lo insólito.
Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973). Doctora en Literatura Latinoamericana en París. Ha colaborado en revistas y suplementos literarios francófonos e hispanoparlantes como Gatopardo, entre otros. Su publicación más reciente, El matrimonio de los peces rojos, desarrolla cinco narraciones que se entretejen entre el mundo animal y el universo humano con temas como la maternidad, la crisis de la adolescencia, la pareja, entre otros. En esta obra se ha valorado la calidad de la prosa, la impecable tensión narrativa y un manejo muy particular de los personajes.
Podríamos seguir enumerando: Mariana Enríquez, Alejandra Costamagna, Carolina Sanín, Margarita García Robayo, Cludia Hernández, Yolanda Reyes, Marvel Moreno, Samanta Schweblin, Camila Sosa Villada, Zadie Smith. Pero también hay que mencionar a las anteriores generaciones de escritoras: Isabel Allende, Marcela Serrano, Ángeles Mastretta, Rosa Montero, Clarice Lispector, Piedad Bonnet, Laura Restrepo, Fabiola Calvo, Amparo Inés Osorio, y así muchas más, quienes han ido ganando un lugar en la literatura. Con sus voces y miradas, desde sus contextos particulares, han aportado grandemente a la literatura en todos sus matices y desde múltiples formas y contenidos.
Las escritoras hacen de la palabra el lugar por excelencia de sus propias historias, con su imaginación y creatividad han logrado permear ese mundo que históricamente le fuera asignado a los hombres. Hoy las escritoras se inventan y se reinventan, se deconstruyen: “Tengo miedo de escribir. Es tan peligroso. Quien lo ha intentado lo sabe. Peligro de hurgar en lo que está oculto, pues el mundo no está en la superficie, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que instalarme en el vacío. Es en este vacío donde existo intuitivamente. Pero es un vacío terriblemente peligroso: de él extraigo sangre”. (Un soplo de vida. Clarice Lispector). La escritura es admiración, es la aventura en la que, desde hace siglos, las mujeres se embarcaron, para ya nombrarse y reafirmarse como tal.