Aquí su historia:
Invisibilizar a las mujeres ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad. Lo hemos evidenciado en la ciencia, al no reconocer a las científicas que aportaron su conocimiento y sabiduría a importantes descubrimientos. Lo hemos evidenciado en la historia, en los relatos hegemónicos y oficiales que no dan cuenta de las luchas por los derechos que agenciaron las mujeres. Lo hemos evidenciado en las artes, cuando muchas pintoras todavía siguen buscando un lugar y son desconocidas y borradas de los museos o galerías.
Esta vez y con mayor énfasis lo vemos en el mundo de la literatura. ¿Cuántas mujeres tuvieron que firmar con seudónimos de hombres para que las pudiesen publicar y leer? Muchas fueron explotadas, ya sea por sus maridos o por personas cercanas que utilizaron sus escritos para lucro personal.
Es el caso de Sidone Gabrielle Colette, más conocida como Colette (1873 – 1954) Saint-Sauveur-en-Puisaye, Francia), quien fuera novelista, periodista, guionista, libretista y artista de revistas y cabaré francesa. Colette era una mujer de provincia, de largas trenzas, casada muy joven con un hombre mayor que ella 14 años, al que llamaban Willy y quien utilizaba negros literarios como le decían en esa época, para que llenaran de contenido sus libros. Se sabe que eran maestros de provincia en su mayoría y que no se les pagaba un céntimo por esta labor. Mientras tanto Colette como esposa contestaba sus cartas y lo acompañaba a los salones literarios. A los dos años de casados Willy le propone que escriba: «Deberías escribir tus recuerdos de la escuela primaria. Cuenta detalles picantes. Estamos escasos de fondos». De esta manera Colette comienza a escribir sus propias historias: Claudine en la escuela, Williy toma el texto y agrega algunas notas eróticas y lo firma con su nombre.
El texto es un éxito, especialmente entre las jóvenes. Se suceden así una serie de escritos hechos por Colette, mientras la presión de su marido para que escribiera aumentaba: «Rápido, pequeña, no nos queda un céntimo en casa», al punto en que llegó a encerrarla cuando Colette no quería escribir más. Se publican Claudine en París, Claudine casada, Claudine se va… Con un éxito total, la escritora sin quererlo ha creado el “modelo de la adolescente moderna”. Así, inducida por Willy se corta la trenza de la cual se sentía orgullosa, empieza entonces una transformación como mujer y escritora, hay momentos en que se viste de hombre, lo cual suscita escándalo y admiración entre las jóvenes, se hace amante de una rica americana, también comienza su etapa de actriz recorriendo los cabarés de Francia, y apareciendo semidesnuda en algunas escenas.
Se separa de Willy, quien además de tener amantes, dedicarse a la lujuria y a la bebida vivía del dinero producto del trabajo de Colette con sus escritos. Se casa por segunda vez en 1912 con el redactor jefe de Le Matin, Henry de Jouvenel, con quien tuvo a su única hija, llamada también Colette. Se hace también periodista y crítica de teatro y continúa escandalizando con sus escritos, sobre el amor, el sexo y los hombres, “el amor fue el pan de mi vida y de mi pluma” decía la escritora. Murió a los 81 años; se sabe que la iglesia católica le negó un funeral, sin embargo, Francia le hizo un homenaje a esta mujer que rompió estereotipos, transgredió imaginarios sobre lo que significa el ser mujer, sobre el sentido de ser una escritora en una época en que las mujeres estaban confinadas al mundo de lo reproductivo, es decir al espacio de lo doméstico, sin ser feminista.
Desde el año 1900, Colette escribe sin descanso numerosas obras, producto de su propia historia y experiencia, así como de sus relaciones, aparecen más de cuarenta obras literarias de su propia autoría.
Así como esta escritora motivó y emocionó a las jóvenes francesas de la época, otras muchas también le han dado sentido a la escritura, a la palabra y a la literatura, llenando de contenido las historias y las ficciones de manera creativa y artística. Aplausos para estas escritoras.
Esta breve biografía se escribió tomando como base el siguiente artículo
María Isabel Martínez Garzón