Después de una lectura minuciosa en nuestro Club de Lectura, integrado por mujeres amantes de la literatura escrita por mujeres; luego de sumergirnos en esa narrativa propia y singular de Albalucía Ángel, se ofrece la oportunidad para escribir algunas ideas que motivaron el interés por conocer mucho más a esta autora y por seguir visibilizando desde nuestro blog, a las escritoras.
Albalucía Ángel, es una escritora y poeta colombiana, nacida en 1939. Estudió Letras y Arte en la Universidad de los Andes, realizó estudios de Letras y Arte en París (La Sorbona), Roma y Londres. Es autora de Los girasoles en invierno (1970), Dos veces Alicia (1972), Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón (1975), Misiá señora (1982), y Las andariegas (1984). Según estudiosos de la crítica literaria, se dice de ella, que se ubica dentro de las novelistas innovadores cuya subversión va más allá de descripciones críticas a la sociedad contemporánea.[1]
Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón (1975), es una novela con una narrativa extraordinaria en la cual se retrata la vida de una familia de clase media, en la época de 1945, y al mismo tiempo da cuenta de la violencia política derivada del Bogotazo con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, y los sucesos políticos que dieron origen al asesinato del cura Camilo Torres Restrepo. Dos hechos que marcaron la historia de Colombia y que aún hoy, siguen generando muchos interrogantes acerca de la manera como se llevaron a cabo los acontecimientos.
Esta obra debiera ser materia de estudio en los colegios y universidades, porque amplía y dimensiona de manera cruda, con un lenguaje directo, mordaz y a veces rabioso, esa historia no contada, amañada, sesgada, borrada y casi poco recordada, de aquellos sucesos en que mancillaron la democracia.
La autora narra desde diferentes voces, esa época de Colombia entre 1945 y 1968, en donde la violencia en sus diferentes expresiones pasa a ser la protagonista, en una Colombia rural, pero queriendo a la vez, expandirse a ciudades que apenas estaban en proceso de crecimiento.
A lo largo y ancho de toda la obra, hay una particular narrativa, que da voz a diferentes actores o actoras, sin importar la condición social y política; esas voces aparecen en el día a día de lo cotidiano, de lo doméstico; aparecen en escenarios diversos de la política y del gobierno de la época; se encuentran en los periodistas, en los estudiantes, campesinos, líderes y lideresas. Y a partir de esto la obra se desarrolla con un lenguaje sencillo y coloquial propio de ese momento, el cual deja entrever la cultura, las formas en que las personas se relacionan e interactúan, ya sea desde temas como la religión, el amor, la amistad, la familia, la ruralidad, lo urbano. Otro elemento a tener en cuenta es que hay momentos en que se escribe en primera persona, a veces hay un narrador o narradora, pero siempre quien describe hace parte del contexto. Hay monólogos, diálogos que se entrelazan en una forma de expresión propia de una cultura en particular, ya sea la rola o la paisa.
Se entrelaza y se escribe entre ese ir y venir de la vida cotidiana con la situación política del país. Se podría pensar que la escritura se sumerge en escenarios diversos, espacios, ambientes y contextos. Es decir, al mismo tiempo que se narran los hechos del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, así mismo, las escritora, sin arandelas nos sumerge en la vida cotidiana de Ana, una de las protagonistas, y después de un punto aparte, Ana interviene: “Yo creo que perdí la inocencia para siempre … el día en que me di cuenta que lo del ratón Pérez, era un puro cuento de viejas…”
Situaciones similares se van sucediendo, dando paso a evidenciar con crudeza las consecuencias socio políticas de los asesinatos de estos líderes: se describen hechos de vandalismo, torturas, violencia sexual, destierros, desplazamientos, tomar la justicia por sus propias manos, represión, desapariciones. La masacre de los estudiantes en 1954, la aparición de grupos armados al margen de la ley: los chulavitas y los cachiporros, con permiso para cometer toda clase de atrocidades auspiciados por las fuerzas militares del momento.
Todo esto narrado al detalle en la heroica escritura de Albalucía, porque ha sido capaz de desentrañar, desmadejar e hilvanar uno a uno los hechos violentos de esta Colombia que sigue sosteniéndose y manteniéndose desde la memoria, recuperándose, tejiéndose para mostrarle al mundo y a sus mismos hijos, que, para construir paz, hay que reconstruir los hechos, nombrarlos y darles el lugar que corresponde, para que nunca más, en nuestro país se repitan, para que haya reparación y justicia.
María Isabel Martínez Garzón
[1] https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php?title=Albaluc%C3%ADa_%C3%81ngel