Desde el año 2017, la Librería de Mujeres El Telar de las Palabras, junto con un grupo de mujeres jóvenes, interesadas en la lectura de libros escritos por mujeres, nos dimos a la tarea de crear el Círculo de Lectoras. Lo primero fue imaginar cómo desearíamos que funcionara este espacio de lectura, cuales serían las características y dinámicas pertinentes que tuviera, de tal forma que recogiera la curiosidad de todas aquellas interesadas y que fuera atractivo para otras.
Escribir un texto inicial fue importante, en tanto nos permitió poner en palabras lo que significa leer, leer en grupo y leer a mujeres, para luego establecer algunos acuerdos sobre la dinámica propia que debía tomar este espacio de lectura. Hacer un listado de las escritoras que se querían abordar nos permitió definir la necesidad de leer escritoras emergentes, poco conocidas, pero ya con alguna trayectoria, y así fue como nuestro primer libro leído en voz alta fue Azares del cuerpo de la escritora María Ospina; las integrantes del círculo conseguían el libro en El Telar de las Palabras, el criterio era y sigue siendo, leer el libro en el Círculo, cada quince días y en voz alta
La conversación y la lectura se acompañaron de vino y café, cada ocasión fue una oportunidad para documentarnos sobre la vida y obra de las escritoras elegidas, el contexto socio político, histórico y cultural nos permitió adentrarnos en las formas escriturales de las escritoras, así como en la vida cotidiana en donde emergieron emociones, guiones y relatos de la vida.
A pesar de la pandemia, el círculo se mantuvo, fue un espacio de lectoras flotantes, a veces se ampliaba a 12 personas, a veces se reducía a cuatro o cinco participantes (también participaban hombres), pero siempre se mantuvo pese a las circunstancias en ocasiones adversas; hasta el momento hemos leído cerca de 12 libros, de autoras colombianas, argentinas, brasileras, chilenas, ecuatorianas, españolas e inglesas.
En todo este trayecto, entendemos que un club de lectura o un círculo de lectoras/es, se configura como un espacio que nos regala curiosidad, conocimiento y una profunda felicidad; leer en voz alta alienta, y motiva nuestro interés por escuchar historias, situaciones y a la vez por descubrir los motivos que tejieron sus palabras, y por supuesto imaginar aquellas mujeres que dedicaron sus vidas a la escritura.
Pero no podemos desconocer la existencia de clubes de lectura, los hay múltiples y variados, están en librerías, universidades, centros culturales, bibliotecas y grupos autónomos de mujeres, con características propias y diversas en su dinámica.
Están los que elaboran previamente la selección de lecturas y la agenda de todo un año; invitan expertos o expertas para que hagan un análisis o crítica literaria sobre el libro que desarrolla su obra. El acuerdo es llegar con la obra o el capítulo leído. Estos espacios de lectura están dinamizados por el interés de explorar obras literarias y autores o autoras, conocer de cerca sus estilos y vínculos con la época en la que fueron creadas
Leer en voz alta, es una práctica en la que, como plantea Geneviève Patte: “no sólo está el gesto del que quiere leerle un libro a otro sino también el del que acepta dicha invitación. Quien lee un texto en voz alta, señala esta autora, crea, de manera conjunta, con la participación activa de aquél que escucha, hechos simbólicos de trascendencia para la constitución de relaciones significativas con los textos escritos, con los otros: dedicar un tiempo a leer en compañía de otro, vivir juntos las emociones que suscita la experiencia plenamente compartida de ingresar al mundo de los libros para disfrutarlos, comprenderlos e interpretarlos.” (véase Juan José Lage «Conspirando contra la lectura» en: CLIJ, enero de 1999).
María Isabel Martínez Garzón
Malú Rapacci